miércoles, marzo 10, 2010

















QUE ME PERDONE BACH (y un saludo amistoso al maestro Sergio Pitol)
COMO SI LO HUBIERAN HECHO PARA ANUNCIAR LA PROXIMA PREVENTA 
DEL LIBRO DE CUENTOS "LA FRONTERA DE METAL", AQUI VAN LOS DISTINTOS 
CAMI  
NOS DE UNA MISMA FUGA 
(yo no soy el pianista ni hice el gran trabajo visual-musical del video)



El cuento EN UNA TROCA NEGRA (fuga a tres partes), está construido mezclando un cuento del autor “EN UNA TROCA NEGRA” (si solo se leen  las partes superiores de las páginas), con dos partes del testimonio de Jaime Villa, un migrante mexicano en los Estados Unidos, entrevistado por el autor.  El texto global se lee de principio a fin, como se lee un cuento normalmente.






Cuento "En una troca negra"
Fragmento 1 Testimonio migrante
Fragmento 2 Testimonio migrante



EN UNA TROCA NEGRA, fuga a tres partes.






Se me hace que alguien está en el cuarto de enseguida, y sabe que vengo escapando. Me cortaron los frenos de la troca. Pero me la pelan. Estoy a quince horas de Juárez. Ahí creció mi padre. Yo vengo a renacer o a salvarme. Pinches gringos, algunos. Son un chingo. Me cortaron los frenos de la troca, pero esa madrugada mi padre, o yo, después, del trabajo, presentimos, quién sabe, revísala antes de arrancarte. Me cortaron los frenos de la troca durante la noche, culeros, pero bueno, pensaron que podían.
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no sabíamos cuánto iba a durar, nosotros íbamos a la deriva, sí me entiendes, íbamos como la gente ahorita, al sueño americano, no sabía ni a qué iba, yo por la edad, yo creo que no sabía ni a qué iba, iba de vago, quiero ir, un tiempo lo tuve por los deportes, admiraba a los deportistas, no ir a la vagancia total sí me entiendes, y ahí estábamos en TJ, y luego de repente a ver puedes hablarle a tu familia, le hablo a mi mamá, aca mi mamá en lágrimas, qué andas haciendo allá, necesito el número teléfono de mi tío, el hermano de mi mamá, que vive en California, cómo te lo voy a dar, no puedo, y llorando, ¡regrésate!, toda triste, cómo le vas a hacer, total acabó dándome el número, pues pasó otro día para que yo pudiera llamarle a mi tío, por los horarios, los coyotes saben cómo está el movimiento, en qué horarios se mueve la gente de allá, ya saben la rutina de los gabachos.
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Un día quisimos entrar a trabajar a la obra, jalar de chavitos en la obra, en vacaciones un verano, pero al rato nos escapamos por un boquete en un muro, así cosas así siempre, vagos siempre, entonces vámonos, vámonos a EU, okei, ¿le vas a decir a tu mamá?, no yo no le voy a decir. Ya alisté mi ropa, tipo película de que me voy a ir a de la casa, Mario lo propuso, este bato yo y el gordo, Mario el gordo y yo, no teníamos ese plan, ese día lo empezamos a formular cuando Mario llegó diciendo que le había robado una lana a su tío que tenía una refaccionaria, humilde él y su familia, era un chavo muy tranza.

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Yo también pensé que podía. Diez mil dólares tirados a la experiencia, pinche abogado y pinche vieja. Pinche Marilyn, pinche Marlin más bien, como comía la cabrona y cómo le gustaba coger. Eso estuvo bueno, aventarte tu propio riski bisnes, cogiendo en la escalera y todo, pero el trato era diez mil dólares, el casamiento y luego de un año los papeles; a huevo, a poco así nomás uno se va a arrimar a una fodonga de esas. Y claro, se quiso quedar con todo el paquete, pero ni madres, ¿tú crees que yo iba a estar con una morra así “para siempre”? Ni de pedo. Y claro, el hermano escuchó la versión de ella, no sé, you know, I wanted to make some dough on him but now I wanna keep fucking him forever y el hermano, my sister dear, dont worry, y su pinche hermano empezó a joderme con que volviera a la casa de la gorda más rubia, pero ya había pasado más del año y nada. Yo no era “americano” aún, y luego el pedo para el divorcio, pinche vieja. _______________________________________________________________

uno no sabe como mexicano, pero total, mañana le hablas a tu tío, dile que necesitas 300 dólares para pasarte, a los 14 años cómo le voy a pedir 300 dólares, a ese tío yo lo admiraba porque mi tío llegaba a visitarnos cuando estábamos chavitos, hemos sido muy unidos, has de cuenta que llegaba mi tío que fue a la guerra de korea, hermano de mi mamá, mi tío era ciudadano, llegar en una van, en los ochentas, sí me entiendes, ya ahorita está todo agabachado, antes la cosa era más sorprendente, California, placas de California, mi tío, su ropa, yo admiraba todo, de repente venía sólo pero a veces venía con mis primos, el primo cholo nunca fue, pero llegó a llevar al que te digo que estuvo en el army toda la vida, y al otro que te digo que es contratista, grandotes, gabachos, tienen apariencia gabacha, nacidos allá, mi tío es de Primores
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Haz de cuenta, yo vivo en la pura salida Primores a Chihuahua y mi hermana tenía un carrito de hot dogs afuera de la central de camiones y pasamos a las 11 de la noche  por el carrito de hot dogs, y todos los demas los amigos que no se quisieron ir fue cuando le dijeron a mi hermana, ahí va tu hermano, en ese camión, van a Tijuana, ¿sí me entiendes?, ahí ya no supe nada, como que en el plan inicial no decía. Mi tío un día me dijo, ¿por qué no se quedan en México tantos mexicanos? Y me pareció que pasó un minuto, y me pareció que pasaron diez años.

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Total, ahí ya no se iba a armar ni madre. Vengo en la troca, estaba a nombre de ella, y mío, pero a la chingada, regreso a mi tierra y abandono la troca en la frontera. Me espera mi noviecita. Le mandé unas fotos, salgo yo y atrás la troca, chingona recién comprada. Brilla la cabrona. Pero ni pedo, la troca a final de cuentas vale madre. Lo que no vale madre es que
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él se fue de inmigrante también,  ya ni sé desde cuándo, yo creo hace mucho tiempo, mi tía es chicana pero de Zacatecas, mi tió se fue al army, se hizo ciudadano, estuvo en korea yo siempre admiré un pañuelo que le mandó a mi mamá, la foto de mi mamá pintada en el pañuelo, yo ya me quería ir a los EUA, ver a mis primos con tenis americanos, ropa gabacha, dólares, yo tenía en ese entonces unos ocho años, mis primos tendrían como unos doce, y verlos así, hablando inglés, sí me entiendes, entonces te crea una ilusión, yo creo que en esos entonces los Estados Unidos era más sano, total.

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el camión yo creo duró dos dias para llegar a TJ, sin ningún cinco yo y el Gordo, el Mario controlando el dinero, la comida, todo así, ya era cuando empiezas a decirte, a dónde voy, y la chingada, pero de vago, a los catorce, abandonar la escuela, todo, por irte al desmadre, llegamos de noche a Tijuana, en cuanto nos bajamos ya nos tenían medio asustados unos tipos de una Van, unos rucos acá ya mayores, no, yo trato, dijo Mario, mi amigo el del dinero, porque se creía de la calle él, yo soy, hago deshago, yo era muy vago pero este era más vago que nosotros, y ya, de repente estabámos trepados en esta van, escondidos porque no nos dejaban asomarnos, ahí vamos, a los 14 años en la noche, en Tijuana, los típicos perros ladrando, en una colonia, cerros, ya ves que tj en ese aspecto es horrible...

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que hayan pensado que yo iba a salir a morirme ese día y llevarme de paso a unos cristianos. Vayan a cortarle la manguera a su chingada madre. Pinche motelito, siento que me escuchan, que en el cuarto de enseguida me están oyendo, lo presiento. Para mañana estoy en Juárez, no sé bien cómo va a ser todo allá, pero aquí ya no da para más, siento que saben que estoy aquí, ya van dos veces que oigo ruidos como que un carro se estaciona o prende las luces aquí enfrente y abro la cortina pero no alcanzo a ver si hay alguien en el carro, ese carro no estaba aquí hace una hora, ya valió madre, lo saben, me rastrearon, me vienen persiguiendo, o ya vienen por mí y mandaron alguien para que no me fuera,
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Esperar, porque al Gordo y al Mario ni esperanzas que les contestaran porque para empezar el gordo no tenía a nadie allá y Mario conocía a un tío pero no sabía ni dónde estaba, ¿cómo se fueron así? A lo que se siguen yendo los mexicanos, a ver, sigue igual todo eso, aquí viene la historia cuando hablo con mi tío, me puso una regañada, primero que nada, que por consideración a mi madre, cómo me voy así, está bien, habló con los coyotes, se hizo un acuerdo,
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ah cabrón dónde estamos, mañana los vamos a pasar, sí los vamos a pasar, aquí les vamos a dar comida, pum se cierra la puerta del cuarto, nosotros todavía con la euforia, de los EUA ya estamos en Tijuana, no, que yo quiero hablar con mi familia, no hasta mañana puedes hablar, ya, le hablo a mi mamá, por fin me toca una llamada como a la una de la tarde del siguiente día, si querías comer tenías que pagar por la comida, el almuerzo lo que fuera, sí, sí  almorzamos la primera mañana, porque aquel traía dinero sí me entiendes, no sabíamos cuánto traía.


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aquí puedo ver la troca sin que me vean, en una de esas de repente salgo y me meto a la troca y no dejo de manejar hasta que pase el puente y vea lo feo que debe seguir siendo esa ciudad, lo bonito que voy a sentir cuando vea esa pinche ciudad fea, polvosa, pero polvo hay en todos lados, y hay menos nieve, pinche nieve, ya me tiene hasta la madre, ya no es la excepción, los dos días al año, los bolazos y las corretizas, no; aquí es puro palear y palear  en las mañanas, y hacer corajes todos los días, y resbalarse, y manejar despacio, y a veces, de repente, cuando ya pasó todo lo peor, ver los pinos nevados y justificar el frío y la chinga diaria y la distancia. Pero ya nada más quince horas, y métanse su país por donde quieran.

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yo sin enterarme, ok vas a salir de noche tú, ya me despido de mis amgios, como a las, es más, perdí la noción del tiempo, has de cuenta que te encierran aquí pero sin ver nomás que la luz del día, se mete el sol sale el sol, tres días estuve yo ahí, vámonos te toca, ya alistaron a una pareja y  otra gentes que ya habían llegado, ya se había acumulado más gente, vámonos, tú te vas, vas a salir, me despedí de Mario y del Gordo, no, mañana te caemos nosotros allá con tu tío, ya que le digas, con la esperanza, sí me entiendes, todavía seguían pareciendo las cosas medio fáciles para ellos, sí recuerdo que me dijeron oye dile que si nos presta, era en el 86, eran 300 por cada uno, ahorita ya son 3000 dólares, hasta 4000,
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órale vamos, agachándose todos, agachados, ahí vamos, a la casa esa, que entro y todas las paredes llenas de gente, la casa vacía, nada, la casa vacía, gente de todos colores y sabores, no había tele no había nada, cortinas en la ventana y se chingó, me acuerdo que entré así agachándome, caí en un cuarto, y en ese cuarto duré un dia y medio, desde la mañana, sin salir porque era hasta que entraba la llamada con mi tío, estar sentado, estar sentado en la pinche sala esa, pero cómo te dormías, dónde estoy, qué me van a hacer, qué chingados sigue, estábamos todos sentados, has de cuenta cuando tenías que ir al baño no te podías parar, te ibas gateando, salías por la puerta luego ya llegabas a un punto donde podías pararte para ir al baño, luego salías del baño y regresabas a ver si no te habían ganado tu lugar, se hacían discusiones, había de todo, señoras, muchachas, adolescentes, yo creo que en ese punto del viaje todos estábamos como yo estaba, con el temor,


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al menos por un rato, porque luego la cosa se pone buena, y ahí viene uno de regreso, pero a otro estado, con otro patrón, con otros paisanos, con otros bares, con otros safeways y otros markets pero siempre los mismos para ir a comprar fruta brillosa y encerada, frutas de arena, insípidas de a madre, pero eso sí, vistosas y bonitas, como si se las comiera uno con la vista, como si nada más fueran para los ojos. Aquí tienen la boca en los ojos, por eso engordan tanto, todo lo que ven se lo atragantan, pero no conocen los sabores reales de nada, nunca los han probado, saben el color exacto y la forma de la comida, pero adentro están tan insípidos como lo que comen. O todo es sabor artificial.  
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me toca, me meten a un carro, me agachan, era como un tipo troca porque íbamos varios, salimos, se abre un portón, perros ladrando, colonia, cerros, manejar manejar nomás se veían las luces de la ciudad, bájense, un llano, se veía la ciudad acá Tijuana siempre está en alto, me entiendes, 14 años, en la oscuridad, me bajo están como cuatro de los que nos llevaban se entrevistan con otros dos, no se muevan de aquí y la madre, éramos como unos 10, una señora con un bebé, parejas suereñas, más bien, estos los van a llevar, les van a hacer caso, o les va mal y la chingada, con tono para intimidar, sí me entiendes, porque a lo mejor tú resultas más cabrón que ellos, por ejemplo coyotes han sido robados, yo conozco historias de chavos que han robado a coyotes, yo trabajé con varios así, si yo tenía 14 años yo creo que uno de los coyotes tenía 15 o 14 igual que yo y el otro era un treintón, súbanse, nos subimos a una van, yo lo veia como a un chavito de mi edad, pues ahí ya

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dónde estoy, como mexicano, me puse a ver, esto hueyes cruzaron por donde yo crucé o peor o mejor, yo llevaba tres o cuatro días para estar en ese punto de esa casa, y no por ser payaso, ni nada, pero yo de perdido, en Primores, como yo había tenido ciertas experiencias en Primores, y ahí había mucha gente como sureña, pasó ese día y medio, a ver, llega un tipo y me llama, ya puedes llamarle a tu tío, era el día de la serie mundial de los dodgers, ok, contestó mi tío, ya lo tenemos aquí ¿Qué onda? ¿Cómo nos vemos? preguntaron los polleros, yo nomás escuché la palabra Carson, a ver siéntate, no puedes hablar no puedes preguntarles a ver qué vas a hacer conmigo, los polleros andan en su mundo, te lo juro que no sé si pasó otro día o era esa misma tarde de esas veces en que crees que son las 7 de la tarde y son las 7 de la mañana

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Afuera está la troca negra, como un caballo esperando, como sabiendo que hay que escapar, como sabiendo que no ha sido lo mejor pero diciendo ni pedo, así es esto, ya está decidido, no me voy a quedar a medio camino, que es como decir el camino entero, porque luego para irse de un lugar, así dijeron muchos, nomás de paso, y la vida se los tragó metidos en un pueblo extraño, metidos a sobrevivir con los paisanos, arrejuntados en una cantina, para    recordar y olvidar. Pero a mí lo que me queda olvidar es todavía poco, todavía estoy a tiempo. Voy a salir de una vez por todas. No sé qué van a hacer los que me acechan. Si me persiguen, o me disparan, allá ellos. Si dejan que me suba a esa troca, no me paran. Ahí voy.

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vamos, otra vez avanzando en la van que nos trajo, como a las once de la noche, frío, estaba oscuro, acá Tijuana y acá no sabías ni a donde ibas, yo pensaba en ese entonces yo creo en un par de horas nos cruza, pues ahí empieza, en la troca esa, otra vez escondidos, nadie habla, un silencio entre nosotros, de la que nos bajaron, nos subieron a una van, los coyotes platicando en voz baja, cuando de repente nos paramos, bájense, era como un cerro, como un pinche cerro así, y uno de ellos, el chavito camina y en eso sale otro de la oscuridad, y el vato de la van se arranca, ámonos, a caminar, ahí empezamos a caminar, todo esto eran las orillas de TJ, ahí se quedaron de ver con el nuevo coyote que apareció, y empezamos a caminar y a caminar, a caminar los cerros, los cerros, de repente ya
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vámonos, me dicen que ya está todo arreglado, salgo a la misma cochera, un carro negro, un carro negro un carro bien, me entiendes, yo todavía pensaba en esas pendejadas, ah qué suave carro, vámonos, y me suben atrás me cierran las puertas ahí vamos, yo sentado atras de un carro, tanta cosa que iba pasando en mi mente, de repente en el free way , ver el estadio de los dodgers, bip bip,  las trocotas gabachas, los angeles, los angeles california, en los ochentas era el apogeo de Los angeles, empezamos a pasar por un barrio muy bonito, las casas , un complejo no de mansiones, pero un suburbio nuevo un suburbio con casas bien bonitas, con típicas gabachas bonitas, los polleros  se paran en una esquina, yo ahí no tengo ni noción de dónde estamos, y de repente veo
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avanzada la noche y luego veías que de pronto salían grupos, a unos treinta metros entre los cerros las manaditas con otros coyotes otros grupos como sombras caminando, no les vayan a decir nada, no les hablen sigan caminando, los coyotes se saben toda la trayectoria, entonces un ruco empezó a decir no puedo no puedo,  ¡ándele cabrón!, quieren tomar agua, no pos que sí, y llegamos a un cerco, ahí donde tomaban las vacas, ahí hay agua y la madre, en la oscuridad no ves, nomás tientas el agua, me acuerdo que me lavé, no tomé, es tanta la oscuridad.
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sale mi tío, de una casa muy bonita sale mi tío, se baja el coyote, empiezan a hablar, yo escuchaba poco, de repente sale Gabriel, un primo al que todavía no conocía, detras de mi tío, el hijo de mi tío que yo no conocía, güero, vestido no cholo mexicano, pero así con su patalon levis y su camisa blanca, blanquisima, sus tenis nike acá blancos blancos, pero muy dado, el bato ya había estado en prisión, acá amarradote grandote, sí me entiendes, pas, que se mete en la discusión, mi tío ya iba a pagar pero yo no entendía bien, con mi inglés de la secundaria, y se hace una discusión, entre mi tío y gabriel y el coyote así nomás como alerta y el del carro también como alerta, luego de repente, bájate y me bajo, mi tío me saluda nomás así, luego llega el gabriel soy tu primo, y entré a la casa, imáginate, después de estar en esos pinches cuartuchos, bien culero, eran como las siete de la tarde ya oscureciendo, entro y una cocinota, mi tía, mi tía es igual que mi tío, cuando
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yo tenia 14 años ellos tenían cuarenta y tantos años, mi tía bien religiosa, mijo ésta es tu casa, Gabriel me dice, vente, vamos a ver tu cuarto, luego supe que la discusión allá afuera fue poque Gabriel era bien malandro y quería robar a los polleros la lana que le dio mi tío, subí al segundo piso, abre una puerta un cuarto acá con estereo, tele, calcomanías gabachas de patinetas, era el cuarto de Benjamín, mi primo que estaba en korea, a ver báñate, ropa no hay pero ponte esta ropa de Benjamin, eran Benjamín, Gabriel y Daniel,  gabriel es el cholo el desmadorso, benjamin es el perfecto soldado, dani es el contratista. Mi tío le llamó a mi mamá, yo muy bien.
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Cuento incluído en el libro "La frontera de metal", de Jaime Romero Robledo. 
Próxima preventa de Averinto Editorial. 

(Mi agradecimiento al Laboratorio Fronterizo de Escritores Tijuana-San Diego (2006), donde ensamblé esta fuga, y especialmente a Ruth Behar, antropóloga que se espejea con quienes comparten su testimonio.)













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