viernes, marzo 10, 2006

El otro día le hablé por teléfono a unas señoras que aparecieron en la tele local promoviendo la familia y los valores, hablé con una y me dijo que nada más contaban las familias tradicionales, que nada de madres solteras ni nada de esas cosas, pero que mejor le hablara a otra señora a su celular para que ella me dijera bien cómo estaba la cosa. Le marqué a la otra señora y no me pareció tan señora, le expliqué que yo venía de una familia tradicional y entendía todo lo bonito, pero que me daba miedo que por querer echarle tantas ganas a la familia tradicional fueran excluyendo de la sociedad, así como que no quiere la cosa, a todos y todas las que por cualquier motivo en el momento actual -y en todos los momentos actuales que dure la campaña- no se "adecúen" (saludos a Heriberto Yépez) al patrón con el que se desea "diseñar" la sociedad. La señora me escuchó con atención y creo que nos entendimos. Quedé de mandarle un email con mis comentarios.

Estoy leyendo México Profundo, una civilización negada (de Guillermo Bonfil Batalla), y me recuerda que el entusiasmo por una causa no siempre es acertado en sus efectos, no siempre la "defensa de un ideal" es la verdadera defensa de ese ideal. Qué compleja es nuestra sociedad, y qué complejos somos. Y todo por simples.

Cantinflas has left the building.